HOTEL SAN ROQUE
Garachico, Tenerife
El Hotel San Roque es un pequeño gran hotel. Un oasis de buen gusto y tranquilidad situado en la Villa de Garachico, la que fuera capital de la isla de Tenerife hasta 1706.
La Casa Ponte fue rehabilitada entre 1991 y 1996 por la familia Carayon para devolverle toda su belleza original, conservando sus suelos y techos de tea, la piedra chasnera de su patio, la escalera que les cautivó la primera vez que la vieron… Una casa que les fue hablando mientras iban trabajando en ella, descubriéndoles su color original, que encontraron bajo innumerables capas de cal blanca, y del que hicieron su seña de identidad en medio del asombro de un pueblo teñido de blanco.
El arte contemporáneo y los muebles de diseño de la Bauhaus y de Mackintosh, llegaron después como contrapunto, dotando al San Roque de una personalidad única y realzando su belleza. Un sueño hecho realidad por dos visionarios que crearon un hotel a la medida de lo que a ellos les habría gustado disfrutar como viajeros, adelantándose a las tendencias y creando un hotel exclusivo que no encajaba en las categorías establecidas hace 25 años.
Entrar en el San Roque es como entrar en un riad marroquí. El resto del mundo queda fuera, tras los gruesos muros, y uno se prepara para disfrutar de las sorpresas que nos depara, del rumor del agua de su piscina de teselas esmeraldas, del verde de las plantas que rodean el patio, de la amable sonrisa de la persona que nos recibe…
La personalidad de las habitaciones, cada una diferente, el confort que ofrecen, el silencio solo roto por las campanas de la iglesia, invitan a no salir de la cama y a quedarse tras esas paredes que arropan. Pero uno no puede resistirse a disfrutar también del solárium de la azotea, desde el que se contemplan los tejados del pueblo y el mar, ni de una cena al borde de la piscina, o de una tarde de lectura tumbado en el sillón de la galería… Ni a un paseo por Garachico, que nos espera fuera con su pasado ilustre, sus calles empedradas y su ambiente de pueblo.
Pero siempre deseando regresar a esos muros protectores que hacen sentir bien y que invitan al susurro y las confidencias.